POR ISABEL F. LANTIGUA
Hubo una época, no tan lejana en el tiempo, en que la
homosexualidad estaba incluida en los manuales de psiquiatría como un trastorno
mental más. Y, como otros problemas psiquiátricos, se pensaba que esta
"alteración de la conducta" podía curarse con diversas terapias y
tratamientos. La investigación científica y el paso de los años se han
encargado de desmentir estas ideas.
La reciente intervención del psicoterapeuta Aquilino Polaino
en el Senado, en las que calificaba la homosexualidad de "patología",
ha abierto un polémico debate sobre el tema. Aunque la comunidad científica
internacional reconoce que la homosexualidad no se puede considerar una enfermedad,
hay personas que, contradiciendo a la ciencia, siguen pensando que se trata de
un trastorno.
Dos son los puntos de vista predominantes sobre la
homosexualidad que han entrado en conflicto a lo largo de la historia: el de
aquellos que siempre han defendido que es una orientación sexual más y el de
quienes han considerado que se trata de una desviación psicológica que se puede
cambiar.
La mayoría de los psicólogos del siglo XIX y algunos del XX
veían la homosexualidad como una enfermedad mental y desarrollaron todo tipo de
teorías sobre el origen de la misma. Porque, al igual que ocurre en otros
campos, la ciencia también tiene sus puntos negros y uno de ellos es el
tratamiento que durante mucho tiempo ha dado a los homosexuales.
En 1886, el psiquiatra alemán Richard von Krafft Ebing
incluía en su libro 'Psychopathia Sexualis' la homosexualidad como una
"perversión sexual" y le atribuía un origen hereditario.
El influjo de Freud
Su colega, el conocido e influyente psicoanalista Sigmund
Freud, reflexionó mucho sobre la homosexualidad y, entre otras cosas, la
caracterizó como el resultado de un conflicto durante el desarrollo de la
identidad sexual en el que el varón se identifica con el sexo femenino y
empieza a sentir atracción por los hombres muy masculinos. Además, señala que
las madres de los homosexuales suelen ser "frías y exigentes".
Para Juan Antonio Herrero Brasas, autor del libro 'La
Sociedad Gay' y profesor de ética y política pública de la Universidad del
Estado de California (EEUU), "lo único que logró la errónea teoría de
Freud sobre la estructura familiar fue crear durante muchos años un sentimiento
de culpabilidad tremendo en las mujeres, que se sentían responsables de la
homosexualidad de sus hijos".
Ya en el siglo XX, los científicos comenzaron a tener más
preocupación por investigar las conductas sexuales. Entre los trabajos más
llamativos destaca el de Alfred Kinsey, que realizó en su citado 'Informe
Kinsey' la primera encuesta masiva sobre sexualidad en Estados Unidos. Su estudio
reveló que la homosexualidad era un comportamiento mucho más frecuente de lo
que se creía y contribuyó a sacar a la luz a una parte de la sociedad.
Y así se han ido sucediendo diferentes teorías hasta la
actualidad, fecha en la que "se ha producido un cambio importante en la
mentalidad de los ciudadanos respecto a los homosexuales", destaca Arnaldo
Gancedo, presidente de COGAM (Colectivo de lesbianas, gays, transexuales y
bisexuales de Madrid). Su afirmación se basa en las últimas encuestas que revelan
que España ocupa el segundo lugar de la UE en cuanto a aceptación de la
homosexualidad.
Cambio en los 90
En 1973 la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) decidió
eliminar la homosexualidad del 'Manual de Diagnóstico de los trastornos
mentales' (DSM) y urgió a rechazar toda legislación discriminatoria contra gays
y lesbianas. La acción vino motivada tras una completa revisión científica
sobre el tema.
Éste sólo fue el primer paso de un lento proceso de cambio
que tardaría en llegar al resto del mundo, pues hubo que esperar aún dos
décadas, hasta 1990, para que la Organización Mundial de la Salud (OMS),
retirara la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales.
Sin embargo, la medida de la OMS no impidió que se siguieran
practicando todo tipo de terapias para intentar "curar" a los gays y
las lesbianas. Ante esta situación, explica a 'elmundo.es' Fernando Chacón,
decano del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, la APA se vio obligada a
firmar una declaración en el año 2000 en la que expresa que "no hay
evidencia científica que apoye la eficacia de la terapia 'reparativa' para
alterar la condición sexual, por lo que no está incluida como tratamiento
psiquiátrico".
Y, a pesar de esto, "todavía hay personas que
consideran que los homosexuales somos enfermos", indica el presidente de
COGAM, recordando las ya conocidas ideas manifestadas por el director del
departamento de psicología de la universidad San Pablo-CEU, Aquilino Polaino.
Todas las civilizaciones, desde la Antigua Grecia y el
Imperio Romano hasta nuestros días, han mantenido posturas muy diversas
respecto a la homosexualidad, que han pasado de la prohibición de cualquier
manifestación de conducta homosexual y los castigos a la tolerancia y,
finalmente, la aceptación.
En la época en que se consideraba la homosexualidad como un
trastorno mental se llevaron a cabo intentos muy variados para tratar de
curarla. El profesor Herrero Brasas, autor de 'La Sociedad gay', explica que
"antes del siglo XX la homosexualidad 'sólo' era pecado y los gays eran
considerados sodomitas. No se asumía su condición como algo permanente sino que
se castigaba su conducta como se podía castigar la de un ladrón".
Sin embargo, el siglo XX ha probado diferentes terapias para
'salvar' a los gays y las lesbianas. "Los homosexuales que hoy tienen 50 o
60 años cuentan que les hacían de todo. Desde darles descargas eléctricas
mientras miraban la foto de un hombre desnudo hasta recetarles pastillas para
inhibir el apetito sexual", declara Arnaldo Gancedo, de COGAM.
Fernando Chacón, decano del Colegio Oficial de Psicólogos de
Madrid, afirma que se utilizaban fundamentalmente dos terapias: la terapia de
reconversión, también conocida como 'La Naranja Mecánica' en alusión a la
película de Stanley Kubrick, que consistía en pequeñas descargas eléctricas
para asociar la conducta homosexual a algo negativo; y la terapia
psicoanalítica, que se basaba en buscar dentro de uno mismo las razones del
conflicto que llevan a ser homosexual, sacarlo a la luz para buscar una
solución.
Aunque estos tratamientos están desaconsejados por la APA,
"es cierto que hay personas muy conservadoras y tradicionales que
preguntan cómo pueden tratar la homosexualidad y que someten a sus hijos a
terapias de este tipo que, aunque poco, se siguen practicando", reconoce
Chacón.
Para este experto, lo importante es la libertad individual.
"Si un chico de 24 años no se siente cómodo con su identidad sexual puede
acudir a un psicoterapeuta que tratará de ayudarle, primero, a que se acepte a
sí mismo" comenta Chacón.
"Lo que no se puede consentir es que las familias
sometan a los chicos a tratamiento contra su voluntad". El psicólogo
explica que "los homosexuales pueden sufrir algún trastorno cuando no se
aceptan a sí mismos y, además, sufren rechazo social. Pero esto le sucede
también a cualquier otra persona con algún complejo que le impide
quererse".
El siglo pasado fue testigo de una gran variedad de
'inventos' científicos para 'curar' la homosexualidad. "Ninguno de ellos
consiguió un sólo caso de modificación de la orientación sexual, porque es algo
que no se puede cambiar, no es un aspecto concreto sino una expresión más de la
personalidad de un individuo", afirma Juan Antonio Herrero Brasas. Éstas
son algunas de las técnicas que se han empleado:
La terapia reparativa: Mezcla una serie de imágenes eróticas
con el electroshock. La idea es que al mismo tiempo que los gays ven fotos de
hombres reciban una descarga eléctrica para que se produzca una asociación
negativa con la homosexualidad. Por otro lado, les obligan a masturbarse con
imágenes de mujeres para conseguir una asociación positiva. En el caso de las
lesbianas era al revés.
Tratamientos eméticos: En la misma línea que la terapia
anterior, pero en vez de descargas eléctricas, administraban a los pacientes
inyecciones para que vomitaran mientras veían fotos eróticas de personas del
mismo sexo.
Tratamientos hormonales: Tras probar el tratamiento con
hormonas en ratas, algunos científicos empezaron a experimentar con personas.
Fue un fracaso total. "Lo único que consiguieron las hormonas es que a los
hombres les creciera pelo por todas partes y, en algunos, casos, también los
pechos, pero no cambiar la orientación sexual", destaca Herrero Brasas.
Uno de los casos más llamativos de persecución es el del
matemático inglés Alan M. Tuning. Gracias a sus trabajos en criptografía fue
admitido en el Foreign Office británico, donde contribuyó a descifrar el código
nazi que sería decisivo para la resolución de la Segunda Guerra Mundial. Pero
su aportación no sirvió de mucho cuando se descubrió su homosexualidad. Fue
perseguido, juzgado por conducta impropia y encarcelado. Solamente si aceptaba
tomar estrógenos para cambiar su orientación sexual le concedían la libertad
condicional. Turing no aceptó pero tampoco aguantó la situación, por lo que se
suicidó a los 42 años.
La terapia psicoanalítica: Basados en las teorías de Freud
sobre un conflicto durante el desarrollo del sujeto que había que sacar a la
luz.
Tratamientos médicos: Incluyen, además del tratamiento
hormonal, diversos fármacos y pastillas para quitar el apetito sexual.
Cirugía cerebral: Consistía en destruir una parte del
hipotálamo, una zona del cerebro que controla el comportamiento sexual y
afectivo, para dejar a las personas sin deseo sexual. Fue una práctica habitual
durante 30 años, de la década de los 40 hasta 1970.
Terapias religiosas y morales: Basadas en la reflexión y la
comunicación con Dios. Convertirse a la religión para evitar el comportamiento
homosexual.
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