Por Guillermo Montalvo Fuentes
México DF, marzo 19 de 2013.
La juventud es, por definición, una
etapa de retos, rebeldía y experimentación. La adrenalina corre con cada nueva
experiencia y en muchas de éstas se involucran sustancias que alteran el
sistema nervioso central, desde drogas legales como el alcohol hasta ilegales
como la marihuana o el éxtasis. El riesgo de contraer el virus que causa el
sida se incrementa cuando la persona no está en pleno control de sus sentidos,
pues la noción de autocuidado se diluye y la vulnerabilidad se incrementa.
Al hablar de drogas y VIH por lo general
se piensa únicamente en los usuarios de drogas inyectables; sin embargo,
cualquier persona que consuma alguna sustancia psicoactiva puede enfrentar los
riesgos que esto implica: riñas, accidentes, trastornos de salud y relaciones
sexuales sin protección que pueden derivar en embarazos no planeados o
infecciones de transmisión sexual.
Amnesia
voluntaria
Mauricio no recuerda lo que sucedió. Al
despertar esa mañana se dio cuenta con asombro de que sólo llevaba puesta su
camiseta; su pantalón estaba por ahí, en algún rincón de la habitación, lo
mismo que su calzoncillo. Al levantarse del colchón y caminar hacia las prendas
para recogerlas y vestirse, Mauricio fue detenido por un intenso dolor en el
ano. Se palpó con el temor de encontrar sangre pero nada, sólo dolor. Entonces
le surgieron muchas dudas, ante las cuales tenía muy pocas respuestas. Una punzante
sospecha comenzó a atormentarlo: alguien había tenido relaciones sexuales con
él.
Una droga es una sustancia química que
altera el funcionamiento del organismo, pero hay algunas que afectan
particularmente al sistema nervioso central, las cuales son llamadas drogas
psicoactivas. A este grupo pertenecen tanto sustancias legales –el alcohol, por
ejemplo– como de consumo ilícito –heroína, ácidos lisérgicos (LSD) o
metanfetaminas, por mencionar algunas.
Aunque no todas las drogas psicoactivas
causan el mismo efecto, pues unas deprimen, otras estimulan y algunas
distorsionan la realidad, la mayoría sí modifica el estado de consciencia
debido a que llegan a los lóbulos frontales del cerebro, donde radica lo que se
conoce como "juicio", es decir, la zona encargada de discernir si
algo es correcto o no.
Esta inhibición deja a los usuarios de
drogas en una situación de vulnerabilidad, pues llegan a tomar decisiones que
no tomarían en sus cinco sentidos, o en algunos casos, pierden el conocimiento
y quedan expuestos a múltiples riesgos.
Patricia Uribe Zúñiga, directora del
Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/sida (Censida), dijo a
Letra S que una persona bajo los efectos de cualquier tipo de droga tiene más
probabilidades de adquirir VIH que otra que no ingiere estas sustancias.
Si bien la funcionaria reconoció que los
usuarios de drogas inyectables están más expuestos al virus –por la vía sexual
y por el uso compartido de jeringas –advirtió que no se debe minimizar la
vulnerabilidad de otras personas al consumir cualquier tipo de droga,
particularmente si se trata de jóvenes.
El
riesgo de ser joven
Mauricio tiene 23 años. Antes de perder
el conocimiento, recuerda que todo era divertido. A la fiesta que él y sus
compañeros de departamento habían organizado llegó mucha gente. Por la noche el
lugar estaba repleto, por la mañana sólo quedaban los amigos más cercanos.
Mauricio tuvo que recurrir a uno de ellos para reconstruir los hechos; entonces
su temor fue corroborado: había pasado la noche con un hombre al que apenas
conocía y con el que nunca se habría relacionado en su sano juicio.
Según datos de la Encuesta Nacional de
Adicciones 2011 (ENA), las personas de 18 a 34 años de edad son quienes más
drogas consumen en el país, lo que revela que los jóvenes son los principales
usuarios de sustancias psicoactivas en México. En este grupo etario, las drogas
ilegales que más se consumen son la marihuana, la cocaína, los alucinógenos y
los solventes inhalables.
Carlos Zamudio, antropólogo del
Colectivo por una Política Integral hacia las Drogas (Cupihd), explicó que si
los jóvenes ingieren estas sustancias, a pesar de los peligros que puede
implicar, es debido a que consideran que correr riesgos es parte de su
identidad como jóvenes.
"En general son más arriesgados que
cualquier otro grupo de edad, y si a esto le sumamos que se trata de una de las
poblaciones con más actividad sexual, resulta que para ellos tener relaciones
sexuales sin protección es un riesgo más de ser joven".
Al respecto, Zamudio se refirió a la
Primera Encuesta de Usuarios de Drogas Ilegales en la Ciudad de México, un
trabajo de investigación realizado por el Cupihd el año pasado, y en el cual 6
de cada 10 jóvenes declararon haber tenido relaciones sexuales sin protección
bajo el efecto de alguna droga.
Gustavo Castillo Ramírez, director del
área de Tratamiento y Rehabilitación en el Instituto para la Atención y
Prevención de las Adicciones en la Ciudad de México (IAPA), considera que los
jóvenes consumen drogas particularmente por dos razones: para sentirse bien –lo
cual es síntoma de una patología, por ejemplo, depresión– y para sentirse
mejor, esto es, para poder socializar.
De acuerdo con el funcionario del IAPA,
este último caso se da sobre todo en fiestas, centros nocturnos o cualquier
otro contexto donde se combina la música y el baile, ambientes en los que
muchos jóvenes se desenvuelven con frecuencia y donde utilizan las drogas,
sobre todo el alcohol, como un "lubricante social".
Una
cultura fermentada
Mauricio no pudo resistir la duda.
Algunos días después de aquella experiencia sexual no registrada en su memoria,
decidió encarar al hombre con el que supuestamente se había relacionado.
Escuchó por fin los detalles más íntimos del encuentro, y el desenlace de la
historia fue lo que menos le agradó: no usaron condón. A un mes de lo que llama
"su descuido", Mauricio todavía se lamenta por la manera en que esa
noche se le pasó la mano con las cervezas, los tequilas y los vodkas.
De acuerdo con las cifras de la ENA
2011, el consumo de drogas ilegales en México se ha incrementado, aunque no de
manera abrupta, sino paulatinamente. Sin embargo, ninguna droga es más
consumida en el país que el alcohol, una sustancia que al estar legalizada, y
por lo tanto al alcance de cualquiera, implica más riesgos en su consumo que
incluso las drogas ilícitas.
Patricia Uribe, titular del Censida,
considera que, debido al fácil acceso que tienen los jóvenes a las bebidas
alcohólicas, es más frecuente que se pongan en riesgo al estar bajo los
influjos de esta droga que de otras sustancias ilegales. "Los jóvenes se
matan en accidentes automovilísticos por manejar en estado de ebriedad, esa es
la primera causa de muerte en este grupo de población, no es el VIH".
Los mismos resultados de la ENA 2011 dan
cuenta de que el alcohol es la droga de inicio de la mayoría de los mexicanos y
la que más lleva a solicitar tratamiento de rehabilitación.
Uribe Zúñiga asegura que este problema
se complica todavía más debido a que social y culturalmente se promueve el
consumo de alcohol, en particular entre los hombres, quienes son presionados
por los amigos y los medios de comunicación para emborracharse, pues el que no
toma es visto como rarito, débil y aburrido. "Es más, la única oportunidad
que se le da al hombre de expresar sus sentimientos en nuestra cultura es
estando borracho", menciona la titular del Censida.
Gustavo Castillo coincide en que, por
ser drogas permitidas, el alcohol y el tabaco hacen más daño que cualquier otra
sustancia ilegal, pues las consecuencias físicas de estas drogas no se ven de
inmediato, pero sí cuando el usuario ya está en una edad madura y tiene
gastritis, cirrosis o cáncer de estómago, padecimientos provocados por el
alcohol; o infartos al miocardio y enfisema pulmonar, originados por el tabaco.
Además de estas complicaciones de salud,
el funcionario del IAPA no pasa por alto que el abuso de alcohol, como muchas
otras drogas psicoactivas, inhibe el sistema nervioso central, lo que afecta la
capacidad para tomar decisiones y lleva a comportamientos sexuales de riesgo.
Encuentros sexuales sin protección,
consensuados o forzados; intercambio de sexo por drogas o dinero, así como
embarazos no planeados, son algunas de las prácticas arriesgadas en las que
puede incurrir una persona al ingerir alguna droga.
Virginidad
psicoactiva
La problemática del uso de drogas
psicoactivas como un factor de riesgo para adquirir alguna infección de
transmisión sexual como el VIH, es un tema que genera múltiples opiniones
encontradas.
Por un lado, hay quien considera que los
esfuerzos sociales y gubernamentales deben estar encaminados a la prevención de
las adicciones, de tal manera que las personas, y particularmente los jóvenes,
nunca lleguen a probar alguna droga. Gustavo Castillo, del IAPA, defiende esta
postura de "cero tolerancia", pues señala que avalar el uso de drogas
"es tanto como permitir que la gente se ponga una pistola en la sien y
esperar a que en cualquier momento se dispare".
Para el funcionario, las drogas siempre
han existido y siempre van a estar ahí, por lo que su sugerencia va encaminada
a los padres y madres de familia, pues ellos son quienes pueden educar a los
jóvenes para que conozcan los efectos de las drogas y cuando se las ofrezcan
sepan decir "no".
En contraparte, el antropólogo Carlos
Zamudio, del Cupihd, rechaza la prohibición del consumo de drogas para evitar
adicciones, o bien, de las relaciones sexuales para evitar nuevas infecciones
de transmisión sexual. "Lo anterior es indeseable, el consumo de drogas no es el problema en sí, los
verdaderos problemas de salud pública son el abuso y la dependencia, ahí es
donde se debe trabajar", señala.
Patricia Uribe, directora del Censida,
reconoció que no se puede evitar que los jóvenes prueben una droga alguna vez
en su vida, pero lo que sí se puede, dijo, es hacer que tengan la información,
desde la escuela y desde la casa, para que una vez enterados de las
consecuencias del abuso de las drogas, tomen su propia decisión. "Hay que
darles la información primero, y después, la oportunidad y la confianza para
que ellos decidan".
Resaca
de tres meses
Incertidumbre. Es lo que siente Mauricio
desde aquella mañana en que despertó semidesnudo en su habitación. Por su mente
cruzan diversas posibilidades. Está preocupado. "¿Y si tengo VIH?",
no puede evitar cuestionarse y construir escenarios de todo tipo. La gente que
lo estima le dice que no se adelante a los hechos. Mauricio sabe que debe
esperar, por lo menos, dos meses más para hacerse una prueba de detección y
salir de dudas... Mientras tanto, dice estar viviendo la resaca más larga que
le ha dejado una borrachera.
*Publicado en el número 200 del
Suplemento Letra S del periódico La Jornada el jueves 7 de marzo de 2013
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