Por Yared de la Rosa
México DF, abril 08 de 2013.
Población invisible entre las
invisibles, los jóvenes que habitan las calles deben sortear constantes retos y
riesgos para subsistir. Entre ellos está también el riesgo de contraer el
VIH/sida a consecuencia de la carencia de información y de conciencia del sexo
protegido. A esto se suma la ausencia de políticas públicas dirigidas a esta
población y la dificultad para acceder a los servicios médicos, al no contar con
documentos de identidad.
Durante cinco años tuvo como
hogar las calles de la ciudad de México. En algunas ocasiones ejerció el
trabajo sexual y en otras consumió drogas. En ese mismo lapso, Antonio Solís
fue testigo de la muerte de al menos 80 de sus amigos, todos por VIH/sida,
infección que nunca controlaron, pues esta población carecía de servicios de
salud y de información sobre infecciones de transmisión sexual (ITS).
Aún asistía al bachillerato
cuando, en la década de los años 80, el ahora activista comenzó a vivir en las
coladeras de la Alameda Central o en las frías escaleras en la estación Hidalgo
del metro. Su decisión de vivir ahí se debió a que encontró en este grupo, que
habitaba en la calle, identificación y compresión por su orientación homosexual.
Con la vista perdida y tratando
de evocar los momentos que vivió en esa Alameda Central, Solís relata que si él
o sus compañeros conseguían dinero, ya sea por medio del trabajo sexual o el
robo, iban a pasar la noche a algún hotel de las colonias Guerrero o Morelos,
pues eran relativamente "más baratos" y así se protegían del frío.
Afirma que todos los días alguno
del grupo hacía trabajo sexual, pues conseguir un cliente garantizaba tener
hotel ese día. Después del servicio, el cliente se marchaba del cuarto, y así
llegaban a pasar la noche 10 jóvenes más.
El activista, de tez morena y
ojos oscuros, enfatiza que el ejercer el trabajo sexual, el cual practicó
"muy poco", lo llevó a correr el riesgo de contraer alguna ITS como
el VIH/sida, enfermedad que "nunca adquirí". Sin embargo, algunos de
sus amigos no corrieron con la misma suerte. "Muchas de las personas que
conocí murieron de sida. Recuerdo que si traías un condón, la policía te
golpeaba y te los quitaba. Era mucha violencia. Había constantes redadas, pero
si los muchachos portaban su mona, ahí sólo se las quitaban".
De acuerdo con el Instituto de
Asistencia e Integración Social (IASIS), órgano administrativo dependiente de
la Secretaría de Desarrollo Social del Distrito Federal, se entiende por
persona en situación de calle aquella "que se halle pernoctando en lugares
públicos o privados, sin contar con infraestructura tal que pueda ser
caracterizada como vivienda, aunque la misma sea precaria".
Batalla por el derecho a la salud
En 2008, la Comisión de Derechos
Humanos del Distrito Federal (CDHDF) presentó el Diagnóstico de Derechos
Humanos del Distrito Federal, en el cual el capítulo 31 enfatiza que "para
las y los habitantes de la calle, acceder a servicios médicos en la ciudad sólo
es posible si se superan dos obstáculos: disponibilidad de espacios y la
discriminación del personal de salud".
En el mismo documento, El Caracol
A.C., organización civil que defiende los derechos de las personas que tienen
como hogar la calle, denuncia que continuamente el personal sanitario les niega
los servicios médicos por la "falta de higiene" de estas personas.
Entrevistado por Letra S, el
director de El Caracol, Luis Enrique Hernández, menciona que a nivel
constitucional el Estado está obligado a garantizar el derecho a la salud de
todos los mexicanos; sin embargo, las personas que están en situación de calle
no cuentan con servicios de salud debido a la falta de documentos para poder
acceder a éstos, y por la discriminación.
Considera que se han hecho
esfuerzos por cubrir el derecho a la salud a través del sistema gratuito del
Distrito Federal o del Seguro Popular. "Pareciera que con estos dos
esfuerzos se estaría garantizando el derecho a la salud, pero hay pequeñas
variantes: muchos de quienes viven en la calle no tienen acta de nacimiento, y
ese documento te lo piden forzosamente para el trámite".
Apunta que estas personas llegan
a ser discriminadas cuando intentan ingresar a un hospital, pues el personal
les impide el acceso. "Algunos médicos nos han dicho: 'hasta que no lo
traigas limpio no lo podremos revisar', o dicen 'nos podemos contaminar'. La
discriminación es por su condición física".
Hernández denuncia que hace falta
que el gobierno genere "acciones afirmativas" para garantizarle
servicios de salud a esta población y no hacer "espacios estilo
guetos". Esto último en alusión al Hospital para el Niño de la Calle, un
programa piloto del Hospital Pediátrico Iztacalco llevado a cabo en 2005. A
quien ingresaba a este hospital le daban una toalla para bañarse y después
pasaba con un trabajador social para realizar los trámites de documentos. Este
servicio fue cerrado, pues no había presupuesto y no funcionó, apunta el
director de El Caracol.
El VIH y la discriminación
El Caracol ha realizado un
seguimiento de la muerte de niños, niñas, jóvenes y adultos callejeros en el
Distrito Federal denominado Estadísticas de la muerte callejera 1995 a 2005,
ciudad de México. En este registro se documentaron 184 muertes, entre ellas, 10
a causa del VIH/sida.
Actualmente, la organización
civil tiene identificados tres casos de personas con VIH entre la población con
la que trabajan. Sin embargo, gran parte de esta población no sabe si tiene el
virus, "desconocen el tema", señala Luis Enrique Hernández.
Cada año, la organización realiza
una campaña llamada Prevensida con el objetivo de llevar a esta población
información sobre ITS. A través de una botarga de un pene reparten postales y
condones.
En 2009 y 2010, dentro de esta
campaña realizaron pruebas rápidas de detección del virus en sus instalaciones.
"Los chavos que vinieron salieron negativos. Eso quiere decir que no hay
un índice muy alto de VIH dentro de esta población. Hablamos más o menos del 5
por ciento". No obstante, la prevalencia de la infección en la población
general en México es de 0.3 por ciento.
Por su parte, Antonio Solís,
quien trabajó con El Caracol, indica que uno de los factores que hace
vulnerable a esta población frente al VIH es el consumo de drogas, ya que estas
sustancias hacen que las personas no tengan una percepción del riesgo, pues no
utilizan un condón para evitar contraer alguna ITS. Asimismo, el sexo
recompensado, el abuso sexual y la falta de servicios de salud son otros
factores que vulnerabilizan a esta población.
El activista menciona que muchas
de las personas que acceden a una instancia de salud para que les realicen una
prueba de VIH y resultan positivas, no siguen el proceso para obtener un
tratamiento antirretroviral debido a que se encuentran en constante movimiento
(cambian de lugar) y no siempre tienen el control de sus pertenencias.
Servicio asistencial
Antonio Solís es activista en
VIH/sida desde la segunda mitad de los ochenta. Afirma que las autoridades
federales no han visibilizado las circunstancias por las que pasan las personas
que tienen como hogar la calle y viven con VIH/sida debido a que "no les
interesa", y las instituciones gubernamentales que lo hacen tienen una
visión asistencialista, como los albergues.
Por su parte, el director general
del Instituto de Asistencia e Integración Social del Distrito Federal, Rubén
Fuentes Rodríguez, dio respuesta electrónica a una entrevista solicitada por
Letra S. En ella apunta que esta institución ofrece servicios de asistencia
social a personas en situación de calle; sin embargo, no realizan pruebas
rápidas de detección de VIH.
Los servicios médicos que
proporcionan los 10 Centros de Asistencia e Integración Social (CAIS) que tiene
este organismo son: "atención de baja complejidad, donde se desarrollan
actividades de promoción y protección específica, diagnóstico inicial y
tratamiento oportuno de enfermedades más frecuentes"; asimismo, señala,
que "los casos que requieren de tratamientos especializados u
hospitalizaciones se canalizan a otras instituciones de salud".
De esta manera, indica que cuando
sospechan de casos con VIH, los canalizan a la Clínica Especializada Condesa.
El funcionario agregó que uno de los objetivos de los CAIS es la reinserción
social, familiar y laboral de las personas que habitan la calle.
Pruebas rápidas y tratamientos
La Clínica Especializada Condesa
da servicio de detección, prevención y atención del VIH/sida a los habitantes
de la ciudad de México que no tienen seguridad social. Aunque es necesario
presentar documentos como acta de nacimiento e identificación oficial para
recibir tratamiento antirretroviral en este nosocomio, las personas en
situación de calle también pueden tener estos servicios, pues hay "un
procedimiento específico. Son programas que funcionan para personas que viven
en albergues, y con migrantes que están de paso", apunta la coordinadora
del Programa de Sida del Distrito Federal, Andrea González.
Las personas viviendo en la calle
y que tienen VIH son una población que no solamente necesita tratamiento
antirretroviral, sino un apoyo social para que sigan con los medicamentos, ya
que muchas de éstas suspenden su proceso, agrega la funcionaria.
Desde hace dos años, cada jueves,
los consejeros Octavio Parra y Geovani Tena salen de la Clínica a bordo de una
camioneta para llevar información sobre VIH/sida a hombres trabajadores
sexuales que pertenecen a la población callejera, y los invitan a acudir al
nosocomio para realizarse una prueba de detección del virus e integrarlo a los
servicios, en caso de resultar positivo. También reparten condones y
lubricantes. Estos servicios son parte del programa Punto Seguro, el cual va
dirigido a hombres que tiene sexo con otros hombres (HSH), trabajadores
sexuales y que son mayores de 18 años.
Estrategia de atención, ausente
Respetar, proteger, promover y
garantizar los derechos a la salud para las personas viviendo en la calle, así
como no discriminarlas por su condición física, son algunas de las estrategias
que recomendó el Programa de Derechos Humanos del Distrito Federal en su
capítulo 26. Sin embargo, hace falta un primer paso: visibilizar la magnitud de
esta población, la cual no está contemplada en los censos de población y
vivienda que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
La Dirección General del IASIS ha
elaborado censos de esta población desde 2008. El más reciente (2011-2012)
indicó que hay 4 mil 14 personas en situación de calle, de las cuales 547 son
mujeres y 3 mil 467 hombres. La mayoría (32 por ciento) tiene entre 18 y 30
años de edad.
Antonio Solís destaca que quienes
tienen un trabajo proactivo con esta población son algunas organizaciones no
gubernamentales, las cuales invitan a las personas de la población callejera a
asumir su vida, a aceptar sus responsabilidades y crear proyectos alternativos
a sus decisión de vivir en la calle.
"No se trata de cambiar la
vida diaria de quien ha decidido vivir así. Al final de cuentas, estemos o no
de acuerdo, muchos han decidido vivir en la calle, y otros tantos no tienen
opción. Pero la mayoría de los albergues tienen visión asistencial".
Para Luis Enrique Hernández, las
personas que viven en la calle no tienen acceso a los sistemas de salud ni a
información sobre educación sexual, pues no se ubican como una población de
prioridad para el Estado. "A las instancias de gobierno no les importa
atender a esta población o ver qué enfermedades tienen, lo que buscan es
retirarlos de la vía pública o tenerlos en un albergue". Esto en
referencia a la "limpieza social": acciones en las que por medio de
operativos, retiran del espacio público a grupos callejeros.
*Publicado en el número 201 del
Suplemento Letra S del periódico La Jornada el jueves 4 de abril de 2013
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