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jueves, 7 de marzo de 2013

Alto a la discriminación [la ANDA y sus estatutos arcaicos]




Por Álvaro Cueva para Milenio

Está pasando algo muy grave que tiene que ver con televisión, con espectáculos, con actores, con usted y conmigo, y que no se está comentando.

Es la historia de Felipe Nájera y Jaime Morales. A Felipe usted seguramente lo ubica a la perfección porque ha participado en infinidad de telenovelas de Televisa e incluso ha trabajado como director de escena.

Jaime, por su parte, es un muy reconocido miembro de la industria del entretenimiento chilango porque ha impulsado el cabaret y el stand-up, a través de espacios como el Café 22.

Felipe y Jaime son esposos. En la Ciudad de México, desde hace años, las personas del mismo sexo se pueden casar, gozar de todos los beneficios legales que esto representa y ser muy felices.

¿Pero qué sucede? Que no todas las instancias locales y nacionales han avanzado al mismo ritmo que las leyes en la capital del país y que ambos han tenido que abrir brecha en muchos sentidos.

Felipe, como actor de la Asociación Nacional de Actores (ANDA) que es, quiso dar de alta a su pareja ante el servicio médico de esa institución y no pudo.

¿Por qué? Porque los estatutos de la ANDA son como de una realidad aparte, como de un momento histórico que, evidentemente, no es el actual.

Esto ha generado una bola de nieve que ha crecido, que ha crecido y que ha crecido hasta involucrar dependencias superiores como el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

¿Cuál es la nota? Que lo que comenzó como el justo reclamo de un agremiado de una asociación muy específica terminó transformándose en una discusión nacional que podría poner en peligro la estabilidad de la ANDA.

¿En qué me baso para decirle que esto se transformó en una discusión nacional?

En que el caso Nájera-Morales destapó una cloaca de estatutos obsoletos en la ANDA, que no son muy diferentes a los estatutos que se siguen en otros lugares, y que tiene muy preocupado a un amplio sector del mundo del espectáculo y de la sociedad en general.

Esto ya ni siquiera es una cuestión de diversidad humana, es algo que le pega a todos los hombres y a todas la mujeres independientemente de su orientación sexual.

Figuras como Lourdes Reyes se han sumado a esta protesta, se han tomado fotografías y las están haciendo circular por las redes sociales para concientizar a propios y a extraños de lo que está pasando con los derechos humanos en la ANDA y en la mayoría de las agrupaciones nacionales.

¿Sabía usted, por ejemplo, que un actor puede dar de alta a su esposa en el servicio médico de la ANDA, pero que una actriz, no? Ella solo puede poner a dos de sus hijos menores de 18 años.

¿Por qué? Porque uno es hombre y la otra, mujer. ¿A usted no se le hace aberrante?

No, y si le rascamos vamos a encontrar irregularidades peores que, obvio, ni siquiera tienen que ver con las personas que administran la ANDA en la actualidad.

Son el resultado de un legado que, desgraciadamente, se tiene que obedecer, pero que, al mismo tiempo, se tiene que corregir.

¿Cuál es la importancia de todo esto que le estoy comentando? Que estamos hablando de actores, de nuestros actores, de nuestras estrellas, de nuestros modelos a seguir.

Si los actores no ponen el ejemplo y no se convierten en los primeros en defender los derechos humanos estamos jodidos, porque lo que ellos hacen es superior a lo que hacen los políticos, llega más hondo, tiene más peso.

Quiero pensar que todo esto ha sido un malentendido y que pronto, muy pronto, se va a cambiar y que personas como Felipe y Jaime van a poder gozar de lo que constitucionalmente les corresponde.

La ANDA es grande, la ANDA es noble e independientemente de cualquier escándalo o de cualquier preferencia personal o empresarial, ha sido pionera en muchas cuestiones que han beneficiado a sus agremiados desde tiempos ancestrales.

Yo creo que si Dolores del Río viviera ahora, así como pugnó para que los actores tuvieran guarderías y para que se ayudara a tantos ancianos, estaría luchando con uñas y dientes para que hombres y mujeres fueran iguales ante los ojos de esa institución.

Yo creo que si don Mario Moreno Cantinflas vivera ahora, estaría felicitando a personalidades como Felipe y Jaime por su valor y hasta encabezaría las marchas del orgullo LGTB, porque si algo saben las estrellas es el poder que la comunidad gay puede llegar a tener en la industria del espectáculo.

¿Se imagina usted lo que pasaría si se comenzaran a organizar marchas de protesta por casos como el Nájera-Morales?

¿Se imagina las repercusiones que una violación a los derechos humanos pudiera llegar a tener ante los patrocinadores, los anunciantes, las casas productoras y los medios tradicionales de comunicación?

¿Ahora entiende la importancia de esto? No es un chisme del corazón. Es algo que tiene que ver con todos y que se tiene que resolver ya. ¿A poco no?

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