Por Álvaro Cueva para Milenio
Está pasando algo muy grave que
tiene que ver con televisión, con espectáculos, con actores, con usted y
conmigo, y que no se está comentando.
Es la historia de Felipe Nájera
y Jaime Morales. A Felipe usted seguramente lo ubica a la perfección porque ha
participado en infinidad de telenovelas de Televisa e incluso ha trabajado como
director de escena.
Jaime, por su parte, es un muy
reconocido miembro de la industria del entretenimiento chilango porque ha
impulsado el cabaret y el stand-up, a través de espacios como el Café 22.
Felipe y Jaime son esposos. En
la Ciudad de México, desde hace años, las personas del mismo sexo se pueden
casar, gozar de todos los beneficios legales que esto representa y ser muy
felices.
¿Pero qué sucede? Que no todas
las instancias locales y nacionales han avanzado al mismo ritmo que las leyes
en la capital del país y que ambos han tenido que abrir brecha en muchos
sentidos.
Felipe, como actor de la
Asociación Nacional de Actores (ANDA) que es, quiso dar de alta a su pareja
ante el servicio médico de esa institución y no pudo.
¿Por qué? Porque los estatutos
de la ANDA son como de una realidad aparte, como de un momento histórico que,
evidentemente, no es el actual.
Esto ha generado una bola de
nieve que ha crecido, que ha crecido y que ha crecido hasta involucrar
dependencias superiores como el Consejo Nacional para Prevenir la
Discriminación (Conapred).
¿Cuál es la nota? Que lo que
comenzó como el justo reclamo de un agremiado de una asociación muy específica
terminó transformándose en una discusión nacional que podría poner en peligro
la estabilidad de la ANDA.
¿En qué me baso para decirle
que esto se transformó en una discusión nacional?
En que el caso Nájera-Morales
destapó una cloaca de estatutos obsoletos en la ANDA, que no son muy diferentes
a los estatutos que se siguen en otros lugares, y que tiene muy preocupado a un
amplio sector del mundo del espectáculo y de la sociedad en general.
Esto ya ni siquiera es una
cuestión de diversidad humana, es algo que le pega a todos los hombres y a
todas la mujeres independientemente de su orientación sexual.
Figuras como Lourdes Reyes se
han sumado a esta protesta, se han tomado fotografías y las están haciendo
circular por las redes sociales para concientizar a propios y a extraños de lo
que está pasando con los derechos humanos en la ANDA y en la mayoría de las
agrupaciones nacionales.
¿Sabía usted, por ejemplo, que
un actor puede dar de alta a su esposa en el servicio médico de la ANDA, pero
que una actriz, no? Ella solo puede poner a dos de sus hijos menores de 18
años.
¿Por qué? Porque uno es hombre
y la otra, mujer. ¿A usted no se le hace aberrante?
No, y si le rascamos vamos a
encontrar irregularidades peores que, obvio, ni siquiera tienen que ver con las
personas que administran la ANDA en la actualidad.
Son el resultado de un legado
que, desgraciadamente, se tiene que obedecer, pero que, al mismo tiempo, se
tiene que corregir.
¿Cuál es la importancia de todo
esto que le estoy comentando? Que estamos hablando de actores, de nuestros
actores, de nuestras estrellas, de nuestros modelos a seguir.
Si los actores no ponen el
ejemplo y no se convierten en los primeros en defender los derechos humanos
estamos jodidos, porque lo que ellos hacen es superior a lo que hacen los
políticos, llega más hondo, tiene más peso.
Quiero pensar que todo esto ha
sido un malentendido y que pronto, muy pronto, se va a cambiar y que personas
como Felipe y Jaime van a poder gozar de lo que constitucionalmente les
corresponde.
La ANDA es grande, la ANDA es
noble e independientemente de cualquier escándalo o de cualquier preferencia
personal o empresarial, ha sido pionera en muchas cuestiones que han
beneficiado a sus agremiados desde tiempos ancestrales.
Yo creo que si Dolores del Río
viviera ahora, así como pugnó para que los actores tuvieran guarderías y para
que se ayudara a tantos ancianos, estaría luchando con uñas y dientes para que
hombres y mujeres fueran iguales ante los ojos de esa institución.
Yo creo que si don Mario Moreno
Cantinflas vivera ahora, estaría felicitando a personalidades como Felipe y
Jaime por su valor y hasta encabezaría las marchas del orgullo LGTB, porque si
algo saben las estrellas es el poder que la comunidad gay puede llegar a tener
en la industria del espectáculo.
¿Se imagina usted lo que
pasaría si se comenzaran a organizar marchas de protesta por casos como el
Nájera-Morales?
¿Se imagina las repercusiones
que una violación a los derechos humanos pudiera llegar a tener ante los
patrocinadores, los anunciantes, las casas productoras y los medios
tradicionales de comunicación?
¿Ahora entiende la importancia
de esto? No es un chisme del corazón. Es algo que tiene que ver con todos y que
se tiene que resolver ya. ¿A poco no?
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