Kertbeny inventa el término "homosexualidad"
Es el 6 de mayo de 1868 que las palabras
"homosexualidad" y "heterosexualidad" aparecen por vez
primera por escrito en alemán, en una carta que el psiquiatra y sexólogo
húngaro establecido en Viena, Károly Mária Kertbeny (1824-1882), escribe a Karl
Heinrich Ulrichs. En 1869, en una carta abierta al ministro de Justicia de
Prusia, hace una apología de una despenalización de la homosexualidad,
utilizando Kertbeny el término de manera pública por primera vez.
Vocabulo formado por las palabras griega "Homo" y
latina "sexus", ese neologismo de consonancia tan clínica cambiaría
muchas cosas en la materia del fenómeno estudiado. Habrá que esperar hasta
principios del siglo XX para que el término se imponga, suplantando a sus
predecesores "uranismo", "inversión" o "sentimiento
sexual contrario". Los términos "homosexualidad" y
"heterosexualidad" acabarían integrándose en la lengua francesa de
manos de la Academia en 1891.
"La Homosexualidad"
traduce una nueva mirada y una nueva actitud mental referente al tema.
Ciertamente, el acto sigue procediendo de la depravación, del pecado o de la desviación en los
espíritus pero, a partir de ese momento, el
fenómeno es considerado también como una
enfermedad. Sufriendo ya de la reprobación social y moral, y de la vigilancia policial, he aqui que el amor entre personas del mismo sexo se ve "crucificado" también
por la medicina. Aunque la
palabra "homosexualidad"
no hace más que engrosar una lista de epítetos derogatorios demasiado larga ("bujarrón", "castor",
"culero", "infame", "moña", "tía",
"corbeta", "perejilero", "flor",
"mariquita", "sarasa", "sodomita", "marica",
"maricón", o "pederasta"),
tiene la ventaja de
ser pronunciado por las voces autoritarias de los médicos. Se afirma sin problemas por su
carácter científico teniendo un oponente, la
"heterosexualidad", y que subraya claramente
una desviación sexual sujeta al estudio. Con
ello, se convierte en fuente de una modificación
de gran envergadura dentro
de la percepción de la cuestión. Con una
doble connotación liberadora y represiva: por un lado
permitirá, cuando llegue al público, a una cierta parte de la población de reconocerse y
de organizarse, y por otro lado, designa tanto a
los individuos aislados, poniéndoles la etiqueta de
"enfermos", como a un mal social que combatir a cualquier precio.
Lejos de referirse al amor, pese a las tentativas de
algunos como Magnus Hirschfeld, la homosexualidad es percibida al final del siglo, y de manera
creciente, como una amenaza al orden
establecido, contra la reproducción, contra la productividad capitalista, y contra el modelo tan estrechamente definido
de la familia
burguesa. De hecho, y tan solo refiriéndose al
aspecto sexual propiamente dicho, atrae desgraciadamente
la atención sobre este único aspecto.
El "Psychopatia Sexualis" de Richard von Krafft-Ebing
En 1886, año del "suicidio" del rey Luis II de Baviera,
Richard von Krafft-Ebing (1840-1902), un psiquiatra alemán instalado en Graz (Austria), publica una pequeño libro en latín que marcará tremendamente a la opinión pública: Psychopatia Sexualis. Como su
título indica, la obra considera la homosexualidad como una forma de
degeneración. Es Krafft-Ebing quien presenta
concretamente la homosexualidad
bajo una óptica médica. Define la homosexualidad como
una "tara nevro-psicopatológica" o "estigma funcional de degeneración".
Aunque Krafft-Ebing se pronuncie contra la criminalización de los actos homosexuales, no deja de fijar o catalogar la homosexualidad en el rango de las enfermedades mentales, haciendo amalgama entre crímenes sexuales y actos de carácter erótico (homosexualidad, travestismo, fetichismo o exibicionismo). Krafft-Ebing iría hasta en calificar el erotismo de "desviación". Católico ferviente, su rechazo de la sexualidad es casi total: la única función natural de la sexualidad es la de propagar la especie humana.
Aunque Krafft-Ebing se pronuncie contra la criminalización de los actos homosexuales, no deja de fijar o catalogar la homosexualidad en el rango de las enfermedades mentales, haciendo amalgama entre crímenes sexuales y actos de carácter erótico (homosexualidad, travestismo, fetichismo o exibicionismo). Krafft-Ebing iría hasta en calificar el erotismo de "desviación". Católico ferviente, su rechazo de la sexualidad es casi total: la única función natural de la sexualidad es la de propagar la especie humana.
Hijo de un célebre abogado de Heidelberg (Palatinado, Alemania), el Barón von Krafft-Ebing ejerce
como psiquiatra legista, criminólogo y experto en los tribunales. Es, de hecho, el psiquiatra más famoso de Viena y tiene entre sus pacientes al archiduque y
príncipe heredero Rodolfo de Austria (sus consejos no evitarían, sin embargo,
que el heredero de
la corona Austro-Húngara se suicidase). Justo
antes de que Luis II de
Baviera pereciera misteriosamente ahogado, von Krafft-Ebing había advertido al
médico personal del rey de
tomar medidas ante las tendencias suicidas de su
paciente. A partir de 1892, el Barón von
Krafft-Ebing asume durante 10 años la dirección de la psiquiatría de la Universidad de Viena, la más
importante de Europa. Es a él a quien debemos el término "masoquismo", nacido del nombre y de los
escritos del novelista Barón Leopold von
Sacher-Masoch (1836-1895), y que asocia al sadismo, término éste sacado de otro novelista de
sobras conocido por sus escandalosas obras pornográficas, el Marqués de Sade.
El "Psychopatia Sexualis" de
Krafft-Ebing conoce un tremendo éxito. Rapidamente traducido en siete idiomas,
llega hasta su 12ª edición en 1902 en el momento de
su propia muerte, y hasta su 17ª edición en 1924. Aún se puede encontrar en las
librerías... Este librito tendrá una capital influencia sobre el mundo de la psiquiatría, decretando lo que es sano y normal y lo que es anormal
en materia sexual durante decenios. Krafft-Ebing
influenciaría a Sigmund Freud sobre muchos aspectos, pero se atraerá la hostilidad de este
último en 1896, al haber denigrado su primer
estudio sobre la sexualidad infantil calificándola de "fábula", lo que no le impediría sostener la candidatura de Freud
al puesto de profesor por dos veces
consecutivas, aunque en vano. Freud tendrá que esperar hasta 1903 y la promesa del donativo
de un cuadro de
una de sus pacientes, Marie Ferstel, al Ministro
de Educación von Hartel, para decorar la galería que
proyectaba abrir, con el fin de descolgar el título de
"profesor extraordinarius".
Krafft-Ebing publica otra obra en 1894, "el macho sexual desviado ante la corte de justicia", en la
cual afirma que "tales degenerados no
tienen derecho a la
existencia en una sociedad burguesa bien establecida y reglamentada, poniendo mayormente en peligro la sociedad a lo largo
y ancho de su existencia. La ciencia médica no encontró el medio para curar a
esas víctimas de una tara orgánica. Deben ser absolutamente apartados, aunque no haya que
considerarlos como criminales; son desgraciados que merecen nuestra compasión y
piedad."
La inversión sexual de Havelock Ellis
En 1897, el doctor Havelock Ellis, médico inglés, publica en Gran-Bretaña su
"Inversión Sexual". En esta obra, levanta una lista de varias figuras históricas, desde Miguel-Angel a Verlaine,
pasando por Ulrichs y Hirschfeld. Heterosexual, Ellis no tiene nada contra los
homosexuales, pero aboga mayormente por la
abstinencia. Pretende ayudar al invertido a
llevar una conducta impecable y discreta, y permanece escéptico en cuanto a los
remedios que se puedan aportar a los homosexuales. Su libro es calificado de obsceno, confiscado y destruido
por orden del
procurador de Londres. Los trabajos de Havelock Ellis tendrían, pese a todo, a su público
e influenciarían a Sigmund Freud.
Continuara
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