Los
discípulos de Freud: Ferenczi, Jung, Adler y Groddeck
En 1906,
aquél que se convertiría en un gran psicoanalista y en cabeza de proa de este
movimiento en Hungría, el doctor Sandor Ferenczi, no conoce aún los trabajos de
Freud cuando cuenta 33 años de edad, y presenta a la Asociación de Médicos de
Budapest un texto que pide la abolición de las sanciones penales contra los
homosexuales en Hungría. Toma abiertamente partido en favor de los homosexuales
a los que llama "Uranianos" y aconseja a sus colegas de asociarse a
las campañas del Comité Humanitario Científico de Hirschfeld. Ferenczi elabora
entonces una teoría de la bisexualidad y considera la homosexualidad como
natural.
Pero en
1907, descubre los trabajos de Freud y queda impresionado. Consagra dos
artículos al libro de Sigmund Freud y, a partir de 1909, publica sus
"Nuevas Consideraciones" sobre la homosexualidad en las que se
retracta de sus anteriores propósitos, afirmando que la homosexualidad es una
neurosis estrechamente emparentada a la impotencia: los dos tienen en común la
huída ante la mujer. Se distancia igualmente de Hirschfeld al escribir que
"la teoría del tercer sexo ha sido inventada por los homosexuales
mismos", a los que califica de "resistencia bajo forma
científica", antes de concluír que "la responsabilidad de la
homosexualidad incumbe al rechazo de la heterosexualidad". En 1911,
publica "El Homoerotismo": nosología de la homosexualidad masculina
dónde refuerza aún más la teoría del frenazo en el desarrollo. Finalmente, en
1932, en su "Presentación abreviada del psicoanálisis", Ferenczi
clasifica la homosexualidad entre las "perversiones sexuales más
frecuentes".
Es
interesante constatar que todos los escritos de Ferenczi reunidos en sus obras
completas, su vibrante y original llamada a favor de los homosexuales no esté
incluída. Habrá que esperar a 1938 para que apareciese en una nueva edición.
Vemos al menos que en el dominio de la homosexualidad, la influencia de Freud
sobre Ferenczi se reveló harto desastrosa, y que la posteridad tan solo ha
retenido de él sus análisis dando continuidad al descubrimiento de los escritos
del maestro vienés.
Carl Gustav
Jung, el psiquiatra suizo, no llevaba precisamente a los homosexuales en su
corazón, como lo atestigua una carta que escribió a Freud en 1911, hablando de
un médico holandés, un tal Doctor Römer: "Es el jefe de la tribu de los
homosexuales, el Hirschfeld holandés (...) No es, como todos los homosexuales,
un personajes agradable."
Tras su ruptura con Freud, Jung dejará de interesarse por la sexualidad.
Tras su ruptura con Freud, Jung dejará de interesarse por la sexualidad.
En 1917, el
Doctor Alfred Adler publica "El Problema de la Homosexualidad",
perpetuando la estigmatización patológica de los homosexuales. "La
homosexualidad es la negación de la voluntad humana en uno de sus puntos más
sensibles; ya que la voluntad humana lleva en si misma el ideal de
perpetuación. Este simple hecho resulta suficiente para imponer la
heterosexualidad en cuanto a norma y para clasificar toda perversión, incluída
la masturbación, al rango de crimen, del desvío o del pecado."
Según Groddeck, el deseo homosexual es universal e innato en cada uno de nosotros... "Para todos, para mi mismo, hubo un período en nuestra vida donde tuvimos que acometer esfuerzos sobrehumanos para ahogar en nosotros esta homosexualidad tan mencionada en escritos y palabras. No conseguimos siquiera rechazarla y, para poder sostener esta incesante mentira, cotidiana, aportamos nuestro apoyo a la derisión pública de la homosexualidad, aligerando así nuestro conflicto íntimo".
Groddeck encuentra ridículo buscar causas a la homosexualidad y se distancia netamente de Freud sobre este punto. Este último rechazará sus teorías ciertamente más polémicas que científicas, aunque estén impregnadas de un razonamiento que cuestiona acertadamente lo establecido y que molesta mucho. Freud respondería con una publicación del "Yo y Eso", en 1923, para oponerse a Groddeck, pero finalmente los escritos de Groddeck no obtendrían eco alguno y las teorías de Freud permanecerían e influenciarían largamente a la opinión pública desde entonces hasta nuestros días.
En 1920, un
antiguo discípulo de Freud, el Doctor Georg Groddeck (1866-1934), publica
"El Libro de Eso", un libro bajo forma de cartas escritas a una amiga,
en las cuales expone los problemas del alma y del cuerpo. La Carta nº 27 es
consagrada a la homosexualidad. Groddeck evoca el amor de la Grecia Antigua y
menciona ciertos Evangelios, dónde los jóvenes posaban su cabeza sobre el pecho
del Señor. "Quedamos ciegos ante todos los testimonios. No debemos ver lo
que salta a la vista".
Según Groddeck, el deseo homosexual es universal e innato en cada uno de nosotros... "Para todos, para mi mismo, hubo un período en nuestra vida donde tuvimos que acometer esfuerzos sobrehumanos para ahogar en nosotros esta homosexualidad tan mencionada en escritos y palabras. No conseguimos siquiera rechazarla y, para poder sostener esta incesante mentira, cotidiana, aportamos nuestro apoyo a la derisión pública de la homosexualidad, aligerando así nuestro conflicto íntimo".
Groddeck encuentra ridículo buscar causas a la homosexualidad y se distancia netamente de Freud sobre este punto. Este último rechazará sus teorías ciertamente más polémicas que científicas, aunque estén impregnadas de un razonamiento que cuestiona acertadamente lo establecido y que molesta mucho. Freud respondería con una publicación del "Yo y Eso", en 1923, para oponerse a Groddeck, pero finalmente los escritos de Groddeck no obtendrían eco alguno y las teorías de Freud permanecerían e influenciarían largamente a la opinión pública desde entonces hasta nuestros días.
La
Psiquiatría, una nueva autoridad
Las teorías
de Freud y de sus acólitos, consagran la vuelta de la cuestión homosexual por
la psiquiatría de manos del poder religioso. Empezado por el Siglo de las Luces
y la Revolución Francesa, y por las teorías de Darwin, el desgaste de la
autoridad de la Iglesia ha dejado la vía libre a los científicos quienes,
respaldados por un nuevo vocabulario, asientan su autoridad en la materia.
Desde luego, los actos de carácter homosexual no pierden su connotación
"pecadora", pero es en ese momento de la Historia que lo que era
hasta entonces y únicamente considerado como un crimen contra-natura y contra
Dios, se convierte en una "desviación psicológica" claramente
definida. De actos blasfemantes y criminales cometidos por un individuo, las
relaciones entre personas del mismo sexo proceden entonces de la
"homosexualidad", y hacen entrar al hombre o mujer que los practica
en una nueva categoría, la de los "invertidos", de los
"perversos", de los "desviados". Se reconoce a estas
perversiones sexuales incluso en estado latente. Conscientes o inconscientes,
esas emociones anormales dependen siempre de una condición psico-sexual
desviante. Sin quitar totalmente su autoridad moral a la Iglesia, la
psiquiatría no ha hecho más que erigirse en una alta instancia autoritaria
suplementaria para juzgar de manera peyorativa el amor entre hombres (y entre
mujeres), bajo el disfraz del progreso de la ciencia.
Continuará...
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