Dan luz verde
En días recientes se publicó una norma en donde se
permite, entre otras cosas, que las personas homosexuales y bisexuales puedan
donar sangre. Aunque varios países desarrollados aún no muestran avances en
este tema, hay quienes celebran esta aprobación en medio de quienes aseguran,
representa un riesgo para la salud.
Un paso firme
El pasado 26 de octubre, la Secretaría de Salud de
México publicó la Norma Oficial Mexicana NOM-253-SSA-2012 y entre sus
hallazgos, se encuentra la eliminación de la restricción que prohibía que
personas con orientación sexual distinta a la heterosexual fueran aceptadas
para donar sangre.
Buscan atraer más donantes
A través de esta normativa, tanto los centros de
transfusión sanguínea, como los bancos de sangre de todo el país tratarán de
recolectar más muestras de sangre para llevarlos a los centros médicos,
clínicas y hospitales donde más se necesite y así evitar muertes por falta de
este tejido.
La Cámara de Diputados aprobó en su última sesión, con
el apoyo de legisladores opositores y oficialistas, una reforma de la Ley de
Sangre, que modifica el cuestionario que se realiza a cada donante para reducir
los potenciales riesgos de la donación. Hasta ahora, los donantes eran
interrogados acerca del género de las personas con las que hayan tenido
relaciones, y se rechazaba como donante a todo hombre que hubiera tenido
relaciones con otro hombre, e incluso a mujeres que hayan estado con hombres
que hayan tenido relaciones con otros varones. La reforma aprobada tiene un
doble objetivo: elimina esta discriminación y favorece la donación solidaria de
sangre.
La exclusión se basaba en el argumento de que estos
hombres, por su orientación sexual, constituyen un “grupo de riesgo” propenso a
la transmisión de enfermedades, por lo que se les prohibía la donación de
sangre, incluso a sus cónyuges, otros familiares y seres queridos. Esta norma
era claramente discriminatoria y expulsiva, al estar basada en una categoría
jurídica sospechosa como la de “grupo de riesgo”, anacrónica y basada en el
prejuicio. Es incomprensible, por ejemplo, que no puedan donarse sangre entre
sí los miembros de un matrimonio entre personas del mismo sexo.
Estamos convencidos de que el cuestionario realizado a
los potenciales donantes debe seguir existiendo, y que debe incluso ser
reforzado, pero para detectar prácticas de riesgo, que son las que
verdaderamente determinan la posibilidad de que la donación no sea segura. Sólo
enfocándose en las prácticas sexuales riesgosas, por ejemplo sin el uso
apropiado de preservativo, se estará velando realmente por los intereses de los
receptores de sangre. Según datos del Ministerio de Salud, el 86,4 por ciento
de los hombres y el 88,6 por ciento de las mujeres infectados con HIV lo
contrajeron mediante relaciones sexuales sin protección. Es el ejercicio de una
vida sexual insegura lo que puede configurar para el donante una situación de
riesgo, no su orientación sexual. Por otra parte, es destacable que el 46 % de
los hombres recientemente infectados con HIV lo contrajo mediante relaciones
heterosexuales, y un 41% por relaciones homosexuales, contrario a las creencias
que atribuyen a la población homosexual la propagación actual de esta
enfermedad.
La reforma, que ahora resta ser tratada por el Senado
de la Nación, se alinea con las interpretaciones realizadas a nivel local por
la Defensoría del Pueblo de la Ciudad y el Inadi, quienes apoyaron esta
modificación, y a nivel internacional, por España, Rusia, Italia, México,
Colombia y otros países que, por iniciativa política o fallos judiciales, han
eliminado esta discriminatoria exclusión.
La necesidad de sangre es universal e irremplazable.
La donación de sangre en la Argentina es insuficiente, y la mayoría de los
donantes lo hace solo para reponer las transfusiones otorgadas a un familiar.
Solo el 10 % de las donaciones son voluntarias, es decir, no se realizan para
reponer sangre ya utilizada. Ante este panorama, y atendiendo a la ley Nº
22.990, que incentiva a promover campañas de motivación de los donantes de
sangre en pos de mejorar esta situación, debemos terminar con la expulsión por
razones absurdas de personas dispuestas a donar para permitir la donación por
parte de todo aquel que desee incurrir en este acto de solidaridad.
La reforma que hemos aprobado establece simplemente
que los formularios realizados a los donantes deberán respetar los principios
consagrados por nuestra Constitución y el derecho a no ser discriminados
arbitrariamente por la orientación sexual. Es un paso hacia adelante para la
igualdad de derechos y un impulso a la tan necesaria donación voluntaria de
sangre.
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