Homopolis
Muchas historias de amores homosexuales que aparecen en
películas o novelas de diversas épocas terminan en tragedia, lo que genera la
idea de que amar a alguien del mismo sexo es tan complicado que su destino es
el fracaso.
“El amor que no se atreve a decir su nombre”, como calificó
Wilde a la relación entre dos hombres durante el proceso que se le siguió bajo
el cargo de sodomía, hoy, siglos después, empieza a gritarlo, aunque aún no de
la manera deseable.
Lupita y Jimena
tienen 19 años y llevan ocho meses de noviazgo. Viven fuera del clóset y sus
familias están al tanto de la relación y la toleran, siempre y cuando ninguna
pise la casa de la otra, porque sus madres, que ni siquiera se conocen,
consideran que sería una falta de respeto al hogar. Para evitar conflictos,
aceptan las condiciones impuestas y no se ven en sus casas.
Saúl y Memo, de 35 y 28 años, están juntos desde hace 2
años, están dentro del clóset y dicen amarse con todo. Ante las familias son
los mejores amigos y son sumamente discretos porque temen lastimar y defraudar
a sus madres.
Como éstas hay muchas más historias de relaciones con todo
tipo de problemas, a causa de que en nuestra sociedad las relaciones gay y
lésbicas aún no son bien vistas.
Los costos del amor homosexual son el miedo al rechazo y al
abandono familiar, la mentira constante, las presiones, los desalientos, las
frustraciones, las ganas de tirar la toalla o abandonar el barco. Las
relaciones sentimentales difícilmente pueden solidificarse así.
Esto lleva a muchos a no enamorarse ni intentar vivir en
pareja, a no comprometerse con otra persona más allá de la amistad, del ligue o
del sexo ocasional, sólo se busca vivir el momento con relaciones fugaces.
Quienes desean vivir en pareja deben apostarle con todo para no morir en el
intento.
¿El sufrimiento de no poder amar a plenitud sin esconderse
es lo único a lo que podemos aspirar gays y lesbianas? ¿Es preferible vivir en
soledad para ahorrarnos pleitos, incomprensiones y rechazos?
No cejar en el intento es nuestro compromiso, en la medida
en que más parejas reclamen sus derechos, más visibles somos y más fuerza
tendremos. Si dos personas se aman realmente, con su amor les basta, lo demás
qué importa.
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