Mientras no dialoguemos sobre el
tema, habrá un prejuicio, constantemente enmascarado como un acto de pudor o
discreción.
Publicado por Nelson Nunez.
Por Ociogay.
En las aguas de las playas gays
de New York, se ven chicos toqueteándose con otros mientras la pareja esta en
la arena. Hace unos días, un amigo me contó que tuvo sexo express con un hombre
que conoció en la calle y le advirtió: “Tengo pareja”. Llevan 7 años, y entre
ellos ya no pasa nada. ¡Otro abanderado de la resignación! O de las ventajas de
otra índole que el vínculo puede generar.
“¿Cuándo te vas a poner en
pareja?” A veces me preguntan. Y yo respondo: “¿Y tú, cuando te vas a
divorciar?” ¿Por qué se asume que el que esta solo esta buscando o necesita
pareja? “Qué ganas tengo de verte con novio”, me dijeron hace poco con
realmente buena intención. Por supuesto que hubiera generado un ambiente
enrarecido si hubiera respondido: “¿Para qué? ¿Quieres verme como tú,
resignándote, que te tocó un buen marido y que tienes que ‘echar rodilla en
tierra’ y trabajar con lo que te tocó, como te diría el cura del pueblo?” Ay,
por favor… O, como ocurre en otros casos, para meterte en el agua y mientras
vigilas al marido te tocas con otro.
Al igual que un día la mujer
empezó a conquistar derechos y pudo salir a trabajar, usar pantalones,
divorciarse; viviremos el día que la pareja gay sea más funcional. Hemos
adelantado mucho. Lo que en el siglo pasado era pegarse cuernos, hoy es pareja
abierta. Quizá,s si la comunidad no hubiera, lamentablemente, tenido que
emplear tantas energías en la pandemia del VIH, hoy ya hablaríamos de la pareja
desde otro lugar, sin tantos prejuicios.
Hay quienes tienen una pareja
cerrada y son felices. Otros practican una pareja abierta, pero de eso no se
habla. Por ejemplo, un amigo se molestó con otro, cuando le comentó en una
reunión gay delante de varios chicos, que había visto el perfil de la pareja en
un portal de sexo buscando un tercero, cuando a pesar de la confianza, durante
años había mantenido la “apertura de la pareja” cerrada al conocimiento de los
amigos. Aquel amigo que vio el perfil comentó después al grupo que hacía año
que veía esa pareja buscando terceros, que incluso hasta les quiso escribir.
Mientras no hablemos del tema, habrá un prejuicio, constantemente enmascarado
como un acto de pudor o discreción. Mientras tanto, nos quedaran manos furtivas
que se pierden entre las olas de las playas gays, silencios, espacios sin luz,
espacios de libertad por conquistar.
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