Por Tximeletalua
Enehache.com
TRANSEXUALIDAD #1
-La Realidad del Síndrome de Harry Benjamin Tras el Espejo-
Para las personas transexuales, el acceso a un pleno
desarrollo social, vive impedido e imposibilitado en nuestra sociedad. Aún
cuando las posibilidades nos permitan acceder a una total transformación
sexogenérica, cuestión sumamente compleja de obtenerse totalmente, aún quienes
logran complementar y concluir todos los escalafones del proceso transicional,
quedan estigmatizados por su pasado.
Es decir: Un hombre o mujer transexual, que en su más
primitiva cognición y biológicamente sea varón o hembra en su sexo cerebral, si
logra sobrepasar las etapas terapéuticas, estéticas, médicas y legales, cuando
finalmente logra concluir todo su avatar, no llega a ser socialmente aceptado
en su totalidad. De tal manera, aún después de rebasar todas las metas de cada
uno de los procesos, seguirá siendo para la sociedad, una mujer-transexual ó un
hombre-transexual.
Aún cuando existen diversos posicionamientos en cuanto a
cuándo deba ser la edad más adecuada para iniciarse el tratamiento a una
persona transexual. Lo cierto es que el tratamiento usualmente va en paralelo
con la adecuación de aceptación familiar, y del entorno social en corto de la
persona a tratarse.
Resulta inverosímil el que la familia y el entorno social de
una persona transexual tengan también que ser tratadas en su capacidad de
aceptación y reconocimiento.
Evidentemente lo que obliga a éste proceso terapéutico de
“integración y aceptación”, es la ignorancia de la sociedad, misma que está
indebidamente informada acerca de las diversas expresiones sexogenéricas. Pues
es tal su desinformación, que realmente lo que tiene que “aceptar” y
“reconocer”, en su mayoría son hechos biológicos o innatos a la elección
individual del ser, temas qué han estado presentes desde siempre en la
existencia de la humanidad.
Lamentablemente tal parece que la re-definición de algunos
procesos culturales, tengan que ir acompañados de sanciones, para que estas
re-definiciones sociales sucedan colectivamente. Por ejemplo: el severo castigo
a quienes otrora tiraban basura en las calles, dio origen a una nueva
generación, que como ejemplo, no vio a sus progenitores tirar basura en la
calle. Lo mismo aplica en el respeto al equilibrio ambiental. Así pues, el
escarnio ha sido el medio para re-definir nuevas culturas. ¿Acaso es que
tendremos como sociedad que “escarmentar” a quienes sean homofóbicos,
transfóbicos e intolerantes para generar una nueva cultura de aceptación y
reconocimiento?
El amarillismo y la ignorancia con las que los diversos
medios de difusión tratan las noticias, posiblemente los convierta, como los
mayores responsables de la desinformación y estigmatización a los colectivos
sociales minoritarios. Constantemente leemos y escuchamos en los medios,
términos erróneos y hasta peyorativos que afectan profundamente a diversas
comunidades; tratando de manera despectiva como “indígenas”, a grupos nativos.
O tratando erróneamente como homosexuales, a las personas transexuales. Cuando
en éste último caso, no existe vínculo entre ambos grupos, más allá del que no
sea el de manifestarse conjuntamente. Cuántas veces no hemos leído, visto ó
escuchado en los medios refiriéndose al crimen de una mujer transexual: “Un
travestí”. “Un hombre vestido de mujer”. “Un homosexual ataviado con ropas
femeninas”. Todas las expresiones anteriores denostando la correcta identidad
de una mujer transexual, además de ser igualmente calificativos totalmente
equívocos por definición clasificatoria.
Lo más grave, nefasto y deplorable es que los peores
agresores de los derechos fundamentales del individuo aplicado a las personas
transexuales, sean la autoridad del Estado y la reprobación de la iglesia.
Cuando ambas entes, por la naturaleza de sus funciones, debiesen ser
protectoras de toda libre expresión humana. En México, en el presente siglo,
munícipes en conjunción con sus cabildos, han votado “Bandos de Policía y Buen
Gobierno”, que prohíben, persiguen y castigan a personas que elijan vestirse de
manera contraria a la de su propio sexo genital. Hoy en pleno año 2013, la tercer
ciudad más grande del País; Puebla Capital; emplea argumentos legales para
acosar, criminalizar y sancionar a personas transexuales, violentado con ello,
no sólo al individuo a quien tiene obligación de cobijar; sino también; a lo
descrito en los artículos XXX y X de nuestra Carta Magna.
En la mayoría de nuestros contextos; ya sean federales,
estatales y municipales, el colectivo transexual carecemos totalmente de
certidumbre e inclusión legislativa, jurídica, laboral y de atención sanitaria.
Orillándonos a la marginación, al trabajo en la economía informal y en algunos
casos arrastrándonos hasta el denigrante ejercicio de la prostitución. Siendo
que el principal y primer objetivo del Estado deba ser el social…
Al existir discriminación laboral; el desarrollo pleno del
individuo transexual, se ve completamente truncado. Pero más grave es aún, el
que las personas transexuales, viéndose acotadas en el desarrollo laboral y
profesional, deban sufragarse por sí mismas: costes terapéuticos, médicos, estéticos,
farmacológicos y legales que son y debiesen ser suministrados gratuitamente por
el Estado. Es decir: El colectivo transexual; no solamente tenemos un Estado
desobligado con sus deberes jurídicos y de atención médica; sino también
debemos soportar una Autoridad del mismo Estado; condenatoria, persecutoria,
criminalizadora y represora…
El Colectivo Transexual, es un grupo altamente vulnerable.
La marginación condena su desarrollo, y la ausencia de desarrollo lo condena a
la frustración. El Colectivo Transexual tiene que sobrepasar la aceptación
familiar, la aceptación social de su propio entorno, y la intolerancia, transfobia y burla de la sociedad en general.
El Colectivo Transexual debe vencer la discriminación laboral. El Colectivo
Transexual debe financiar su propia y costosísima transición y trasformación.
El Colectivo Transexual debe eludir las acciones persecutorias,
criminalizadoras y represoras del Estado, aún cuando la norma médica le exija
al individuo transexual vivir conforme a su sexo cognitivo, antes de someterse
a cualquier cambio físico. El Colectivo Transexual, debe también soportar el
exilio de su Fe y la exclusión por parte de su iglesia. Al Colectivo
Transexual, le es atribuido el mayor índice de suicidios “inexplicables”. Y por
ésta última razón, fue que el doctor Harry Benjamin descubrió el síndrome de la
transexualidad; síndrome que hoy lleva su nombre.
El Colectivo Transexual, es altamente vulnerable, porque aún
después de alcanzar el desarrollo pleno, será estigmatizado por ser
hombre-transexual ó mujer-transexual, y no así; hombre o mujer; simple y
llanamente.
De tal manera, al Colectivo Transexual, no le queda otra
salida; sino la de unirse. Al igual que otros grupos minoritarios ya lo han
hecho, y lo están haciendo. Nuestra comunidad; es minoritaria entre los
minoritarios; y para engrandecerse y desarrollarse plenamente debe aliarse.
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