Por Tximeletalua
Enehache.com
TRANSEXUALIDAD #2
-La Realidad del Síndrome de Harry Benjamin Tras de Mi
Propio Espejo-
Vivimos una divertida actualidad en la que pareciere que los
convencionalismos están empezando a caer (Así sea, amén) a la par de las dobles
morales (que sino cuádruples), los individuos no salen; sino saltan (y
saltamos) de los closets; los economistas se hacen chefs, los cantantes se
hacen políticos, y las diversidades sexogenéricas y gais se desclosetan por
montones.
En éste asunto de los closets, la parte más esencial de mi
existencia, se quedó justamente ahí atrapada. Nací con un síndrome, una de
estas monerías que vienen incluidas en el paquete genético, y que ya antes de
nacer las trae uno en la mochila. Vivir con él ha sido un largo pandemónium. Y
ha de ser mi lado, ése, el de mi eterna rebeldía e insurrección, que me han
hecho llevarle la contra a la natural naturaleza de la mismisísima creación.
Entre l@s de mi especie, continuamente cuestionamos el
radical posicionamiento médico de quienes nos les llamamos: “Fundamentalistas”.
Pues estos señalan que los peques con nuestro síndrome, les debiesen castrar
desde la infancia. Esto para que no sufran mayores consecuencias e infelicidad
en la adultez. ¡A quien se le ocurre tal barbaridad! Pero efectivamente, tienen
razón…
Luché contra de “él”. Ya por ahí de mi 3er o 4to terapeuta,
ella me dijo algo así como: -Tienes que aceptarte, no puedes luchar en contra,
es imposible negarte la existencia de la propia esencia de tu ser-. Pero me
propuse cien mil pretextos. Y los pretextos son válidos, pero al fin son sólo
pretextos, y tarde que temprano, terminan por derrumbarse. Nunca nadie antes en
condición sindromática similar, expuso a aquellos terapeutas con quienes traté;
llevarle la contra a esa propia naturaleza. Era ése, mi yo, en franca y eterna
asonada.
Así pues, me cogí de lo que pude, me aferré a cuanto
encontré al paso, y de cualesquier manera terminé por derrumbarme. Ése “lo que
pude”, tuvo y tiene un nombre. Y es extraño, pero hay personas con una
capacidad de percepción extraordinaria. Pues cada que traté de romper amarras y
eché a correr en la búsqueda de afrontar mi yo interior. Me tiraban la
tiradera, y me traían de vuelta al falso muelle, ése, que además era mío…
En mi interior se libran dos batallas: Una; la que lidia por
la necesidad más pura de supervivencia, ésta ha adquirido habilidad para
sobrevivir, pero interiormente reniega el hecho de no saberse auténtica. Y
otra; la que lucha por liberarse, por salir del closet, por emanar y existir en
formas, dimensiones, colores y texturas, tal cual es.
Allá por el fin del otro milenio, me inicié en la tarea de
dar cara y pecho (sobretodo esto último; pechos; debía decir, jajá) a las
“dolencias” de mi “malestar”. Se deben seguir muy estrictamente los protocolos
de tratamiento. Existe en Estados Unidos la sede de investigación de éste
“mal”. Y éstos, dictan los procedimientos. Violentar los protocolos, implica
retroceder… Y en la vida, esto de dar pasos pa’ tras solamente es bueno y
válido de vez en cuando –así: Sólo de vez en cuando-. Y zipizas, cuando ya
llevábamos un cacho andado, que se me atraviesa la Rebeldía del Corazón…
Ocho años en reversa, y nació mi “Pedacito de Cielo”.
Después vino todo lo que vino… Dos años de caos, de incertidumbre, de sin saber
por, ni para donde. Luego, un sustazo médico me puso al borde de la muerte. Una
pendejada ínfima y minúscula que por poco me mata. Así de delgada es la línea
entre la vida y la muerte. No se necesita de un cáncer atroz, o de un aparatoso
accidente para morirse…
Vino luego un despertar con la visión ya más clara, y aunque
no del todo, ya apuntaba de a poquitos las correcciones al rumbo: Retomarme,
retomar mi vida, hacer emanar mi esencia, y dar pa’ lante, sin volver la vista
atrás.
Las primeras “consecuencias” de ser “yo”, llegaron. Me
echaron de mi trabajo. Me pude haber puesto a llorar; reclamarles, tal vez
suplicarles, hasta pedirles perdón. Pero me fui a comprar una poca de ropa y a
darme un baño de vapor.
Me quedé en el aire, sin trabajo, sin casa y en los cercos
de la discriminación. Pero cerré de cerrojazo el pasado. Ya en el vapor di las
gracias a mi Neptuno, por haberme puesto de golpe en el rumbo correcto; en el
de mi realidad más íntima y profunda…
Así pues, muchas cosas han cambiado recién en mi vida. Vivo
en un cuarto de 3 metros por 3 metros. Duermo en mi camioneta. Y yago
escribiendo en estos 9 metros cuadrados, que están bajo la sombra de dos viejos
y bellos eucaliptos. Mi esencia emana día a día con mayor fluidez y esto
también se refleja en mi exterior.
Mi apariencia externa ha cambiado mucho; muchísimo diría yo.
Y sigue y seguirá cambiando, y cada día
tratará de adecuarse más y más a los reclamos que vienen creo yo; ya desde mis
primeros instantes cognitivos…
Nací con Síndrome de Harry Benjamin. Por favor; no corras
aún a con Dios Google. Trataré de explicarlo.
¿Qué es el Síndrome de Harry Benjamin?
El Síndrome de Harry Benjamin (SHB) es una condición
intersexual que ocurre en aproximadamente 1:500 de los nacimientos. En la cual
la diferenciación sexual a niveles neurológico y anatómico no es
correspondiente, ni correlativa. Así, una niña nacida con esta condición,
parece ser un niño al nacer, su sexo cerebral es femenino pero su anatomía
externa es masculina. Igualmente los niños nacidos con esta condición,
presentan genitalia femenina, aún cuando su sexo cerebral sea masculino; por
tanto; neurológicamente son varones.
Hasta ahora la medicina no ha sido capaz de diagnosticar
este problema en el nacimiento. Por lo que a estos seres se les adjudica el
sexo erróneo justamente desde el momento de nacer. Siendo así educados, en el
rol de género contrario a su verdadero sexo biológico.
El cerebro es el órgano sexual más importante, y el único
que puede definir el verdadero sexo de una persona. La identidad de género se
halla impresa en las estructuras más profundas del SNC y del cerebro. El
Síndrome de Harry Benjamín se diferencía de otras condiciones intersexuales, en
que éste no es evidente para su diagnóstico al nacimiento; sino más interno, y
por tanto; más difícil de diagnosticar, pues requiere de tecnología más
avanzada para su diagnóstico médico.
¿Cómo ven? No me quedó claro si escribirlo con
interrogativos, o con admirativos…
Así pues, mi otro yo (y de quien a partir de ahora omitiré
su nombre), nunca existió en realidad. Fue creado y criado en base a las
circunstancias. Ya en mi niñez fantaseaba con tener otros nombres que
concordasen más con mi yo interior. No se diga (esto me sigue apenando un poco)
con otras ropas. Con otra fachada en la desnudez, con otro pelo, con otros
juguetes que no fuesen el clásico balón de futbol. Se me esboza una sonrisa
gigante al recordar la cara de mis padres, cuando le pedí a “Sus majestades, los
Reyes Magos”: ¡Una muñeca! Y lo mejor fue cuando tuvimos que recorrer media
Ciudad de México buscándole, pues la “susodicha” estaba agotada.
He abierto de poquito en poquito las puertas de mi closet.
Lentamente me fui abriendo con algunos de mis Amigos. Las reacciones, son tan
diversas como la diversidad misma. Pero predomina un común denominador: Se
acepta mi condición por cariño, por amor. Mas el tipo de “aceptación” que yo
necesito; incluye la del reconocimiento. Es decir: Al fin de cuentas sigo siendo
para mis cercanos; la misma persona, con el mismo género, me llaman por el
mismo nombre e imagino deben suponer que mis extrañas apariencias, corresponden
más a un estereotipo de extravagancia, que a las propias de mi yo interno; el
verdadero…
* -“Una persona con Síndrome de Harry Benjamin, hombre o
mujer, tras haber pasado por la difícil experiencia de haber crecido y ser
educado/a en un rol de género opuesto a su verdadero género, con todas sus
consecuencias, y toda la gran confusión emocional que esto le ha conllevado, lo
que más necesita es lograr una armonía estable psico-física, y fijarla:
Reafirmando su identidad de género, corrigiendo su cuerpo y dejando atrás todas
las ambigüedades de su pasado. Posteriormente, sigue siendo cruel el que quede
estigmatizada, y que se la obligue a cargar con la etiqueta de
"transexual" por el resto de su vida”-.
Colaboro como activista, y en medida de lo posible con
algunas instancias que nos agrupan, aportando pequeñas contribuciones
filosóficas. Por supuesto bajo mi verdadera identidad; la mía propia.
Administro mis Grupos de Transición a través de las Redes Sociales. No hay
diferencias básicas entre el ser con quien hayas convivido, y el ser que vive
bajo lo más profundo de mi piel…
Sin Tú saberlo.., muchas veces has estado presente en mi
vida. Y no solamente en los hábitats del Neptuno. El documento que ahora me
atrevo a escribirte, es un parte aguas. Escritura que del mismo aluciné muchas
veces con un destinatario. ¿Quién, quién podría tener capacidad de aceptarme y
reconocerme al mismo tiempo? Quién, cuándo mi propio yo, no se ha podido
reconocer nunca ante el espejo.
Las circunstancias acomodaron los tiempos… Tengo
obligadamente que irme de “aquí”. Y tengo que irme, cuando justamente es que me
hallo en la necesidad de renacer en otro sitio y en otra parte Extrañamente,
mas no casual, había justificadamente pensado en ése “sitio”; como en el lugar
a donde “Jey” no tenga historia ni pasado, a las puertas del Mar para
singlarle, a donde haga un Invierno menos hostil y más benévolo y no tan lejos
de mi “Pedacito de Cielo”, algo, como lo sería ése lugar de mis sueños llamado
Holbox.
A estas alturas de mi texto, la cabeza ya te deba estar
dando mil vueltas atiborrada de preguntas. ¡Y yo salgo con Holbox!
La primer pregunta que suelen hacerme… Es sí esto es algún
tipo de redefinición sobre ser gai. Clásico es, el cuestionarme sobre mi
preferencia sexual.
Cuando me equiparon con esta chuchería apodada SHB, no sólo
me hicieron pariente cercano de una minoría de entre las minorías, pero cuando
me dieron a elegir mi preferencia sexual; ahí sí de plano me pusieron en el
bando de las nano-minorías.
Comparar preferencias sexuales con el Síndrome de Harry
Benjamin, es ídem a comparar un Ferrari con una zanahoria. La dura ironía es
que nuestro pequeño colectivo viva albergado dentro de la comunidad LGBTTTi.
¡Pero si ni siquiera somos parientes! Excepto yo…
Aquí me tienen.., revelándome, vaciándome, con lágrimas en
los ojos. Ésta soy; vertiendo en letras mi yo más puro; ésa, pertenente y
permanente a ése yo que escribe poemas, a ése yo que se niega a fotografiarse,
mas quisiere retratar al mundo, negándose el volver a hacerlo hasta no poder
mirarse en Paz ante el espejo.
-Y Caminé Tardía
Y emprendí demasiado tarde ésta; la que sin duda será razón
de mi última aventura.
El primitivo, mas inicial fin del viaje.
Llegó fuera de tiempo la lucidez y la cordura de ése;
el yo sobreviviente…
Yago cansada en un lecho mortecino, quizá moribunda de una
muerte inadvertida,
ó de un torrente de palabras arrojadas al vacío.
La falta de oxígeno en mis aires,
no igualará jamás a la de aquellas pasadas memorias de Mares
insondables
y carencias de vientos en mis velas para mover la barca; mi
barca.
Soy.., lo que soy. Fui.., lo que fui…
“No llores, no llores porque no me voy a quedar.”
Sera hermoso partir aún en una era ya tardía,
en una nueva piel,
en una nueva vestimenta…
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