Escrito por Daniel Barrón
Para Homozappin.com
Originario de Jalisco, Rubén Gallo es doctor en literatura comparada por la
Universidad de Columbia, actualmente da clases en Princeton. Participó en el
Festival Internacional Cervantino para ofrecer un homenaje-concierto a Marcel
Proust al lado de la soprano Patricia Santos y del pianista Gonzalo Gutiérrez,
donde se interpretaron canciones de Reinaldo Hahn. El próximo año, en marzo, se
publica su libro Los latinoamericanos de Marcel Proust editado por Hopkins
University Press.
“Es un libro sobre cuatro latinoamericanos que estuvieron muy cerca de
Proust, el primero fue Reinaldo Hahn, venezolano, que fue su pareja. El segundo
es Gabriel de Iturria, argentino, que fue pareja de Robert de Montesquiou, que
es el modelo de Charlus en la novela. El tercero es José María de Heredia, pero
no el poeta de Niágara, sino su primo que es un poeta que nació en Santiago de
Cuba, pero hizo toda su carrera en París y es un poeta muy importante en la
historia literaria francesa, y fue amigo de Proust también. El cuarto es Ramon
Fernandez [siempre escribió su nombre sin acentos] que fue un crítico mexicano,
estudioso de Bergson, un hombre brillante, estudió en el Collège de France y
publicó estudios filosóficos de Proust, Gide y Moliére y tiene la
particularidad de que durante la Segunda Guerra Mundial, colaboró con los
nazis. Es uno de los pocos mexicanos nazis que tenemos en nuestra historia. Y
el último personaje es otro mexicano que era pintor, completamente olvidado,
Antonio de la Gándara, vivió en París y pintó a muchos de los personajes de
Proust”, apunta Rubén Gallo mientras nos sentamos al sol de la tarde en
Guanajuato.
Daniel Rodríguez Barrón: Es una historia aún no contada: la presencia de
los latinoamericanos en la vida de Marcel Proust.
Rubén Gallo: Efectivamente: Una pareja venezolana, un amigo argentino, una
pintor y un crítico mexicano. Es Proust tropicalizado.
DRB: Me parece que Ramon Fernandez está siendo objeto de un nuevo
reconocimiento.
RG: Durante su vida fue un macho mexicano, se casó, tuvo muchas amantes, le
gustaban los autos de carreras, tenía fama de mujeriego, le gustaba el tango,
tenía fama de ser un famoso bailarín de tango, pero su hijo Dominique Fernandez
que está en la academia, es un escritor de primera y una persona que ha hecho
mucho por el matrimonio gay en Francia, una labor de activista y
concientización, escribió una biografía de su padre donde él lee el machismo de
su padre como una defensa de la homosexualidad o la expresión de una
homosexualidad reprimida. Dominique encuentra raro que un hombre así haya
publicado escritos sobre Gide y Proust, y haya escrito una novela, no publicada
en vida sino hasta recién el año pasado que se llama Philippe Sauveur, es una
novela sobre un escritor francés que va Londres y allí tiene su primera
aventura homosexual. Es una novela que Proust leyó, Ramón se la envió, y Proust
le criticó la representación de la homosexualidad, le dijo que no funcionaba,
que era inverosímil.
DRB: Reinaldo Hahn sobrevivió a Proust por más de veinte años, ¿tuvo
conciencia de que su antigua pareja había escrito una obra maestra?
RG: No, nunca. Hay una carta de Reinaldo Hahn a Ramon Fernandez que le
escribe en medio de la guerra. Fernandez había publicado un libro sobre Proust
en el año 43, era una lectura filosófica sobre la novela, y se lo manda a
Reinaldo Hahn que era amigo sobre todo de su madre, quien tenía un salón muy
elegante al que asistía Hahn. En la carta, Hahn le dice que le agradece el
libro, que es una lectura muy interesante, le dice que a él le cuesta mucho
trabajo tener una lectura filosófica porque cuando él lee la novela lo único
que ve es al Marcel Proust neurótico que él conoció y el mundo de los chismes
de la aristocracia que ambos compartieron y Proust trabajó para que se
convirtiera en una novela.
DRB: ¿Existe alguna referencia directa entre Proust y México?
RG: Hay un capítulo de mi libro que habla de las inversiones de Proust en
la bolsa. Se llama “Proust en la bolsa mexicana de valores” porque al escritor
le gustaba especular en la bolsa y una de las inversiones que más dolores de
cabeza le trajo fue la compra de acciones mexicanas en 1910, justo durante la
revolución, y que obviamente cayeron. Entonces yo descubrí que Proust siguió
todos los eventos de la Revolución Mexicana, en su correspondencia, escribía
“Ahora México tiene un presidente nuevo, Madero, parece que va a cambiar el
país”, unas cartas más tarde escribe, “Ahora Madero ha sido asesinado, llegó
Huerta…” Proust siguió todos los altibajos de la Revolución Mexicana, pero sólo
le interesaban los efectos que iba a tener en su cartera de inversiones.
Freud en México
DRB: Está próximo a publicarse la traducción de tu libro Freud´s Mexico:
Into the Wilds of Phycoanalysis .
RG: Saldrá en diciembre, editado por el Fondo de Cultura Económica. En
realidad son dos libros en uno. La primera parte trata de cómo los mexicanos de
la primera mitad del siglo XX leyeron a Freud. Me interesaba estudiar no a los
psicoanalistas, ni a los psiquiatras, sino a las figuras de la cultura que
leyeron a Freud. El primer lector en México fue Salvador Novo, después hay un
capítulo sobre Samuel Ramos, uno sobre Octavio Paz, y el último es Gegorio
Lemercier, es este monje benedictino que funda un monasterio psicoanalítico en
Cuernavaca. Y la segunda parte es sobre la idea de México que pudo haber tenido
Freud. Es una parte muy divertida porque yo reconstruyo las antigüedades
mexicanas que Freud tenía en su colección, los libros mexicanos que tenía su
biblioteca, los sueños mexicanos que aparecen en la interpretación de los
sueños.
DRB: ¿Qué idea se hacía Freud de México?
RG: La idea de un país de sacrificio humano y de canibalismo. A Freud estos
temas le importaban mucho y los planteó como la base de toda civilización. En
Tótem y Tabú dice que los orígenes primigenios de la civilización están en una
banda de hermanos salvajes dominados por padre tirano, en cierto momento, estos
hermanos se rebelan, matan al padre y se lo comen. Él dice que es el inicio de
la civilización porque cada uno interioriza la autoridad, que es el inicio del
Súper Yo y es el inicio de la cultura, de la religión y de la filosofía.
Entonces, para Freud un acto de canibalismo y de sacrificio humano no fue lo
que fue para muchos otros historiadores del mundo azteca o del México
precolombino, él no lo veía con horror, como una marca de otredad, sino como
parte del fundamento compartido de la civilización. Es una idea muy bonita: los
antiguos mexicanos y los europeos comparten un origen.
DRB: René Girad y Roberto Calasso confirman al sacrificio como el origen de
la civilización.
RG: Sí, pero viene desde La rama dorada de Frazer, y fue Freud quien le da
la formulación que más impacto tuvo en el siglo XX. Es una idea muy potente,
toda la sociedad, la civilización está fundamentada en un crimen. Hay un crimen
primigenio y sobre este crimen se construyen las bases de la ética, la moral,
la ley…
DRB: A propósito de crimen, y de Freud en México: el asesino de Trotski fue
psicoanalizado…
RG: En el libro, uno de los personajes que rescaté, y que más entusiasmo me
dio trabajar, fue el juez Raúl Carrancá y Trujillo, fue un gran jurista,
especialista en derecho penal, y publicó el primer manual, el primer libro de
derecho mexicano en 1937. El libro fue editado por Porrúa y se siguió
utilizando en la UNAM hasta hace muy pocos años. Carrancá había sido un gran
lector de Freud y él siempre quiso usar el psicoanálisis para el derecho penal,
como una ciencia auxiliar, y él fue el juez que llevó el caso de Ramón
Mercader, el asesinato de Trotski; y decide que como Ramón Mercader no quiere
hablar –él desde un principio repetía la historia que tenía memorizada: que era
trotskista, que era belga y que mató a Trotski porque traicionó a la causa–,
sólo el psicoanálisis podría arrancarle sus secretos.
DRB: ¿Qué encontró Salvador Novo en Freud?
RG: Es una parte de Novo que casi no se recuerda. Todo el mundo recuerda al
Novo sarcástico y malicioso, pero Novo fue también un gran lector de filosofía
y de psicoanálisis desde muy joven y fue una de las primeras personas que
reseñó un libro de Freud para un público más general en las páginas del
Universal Ilustrado en los años 20. Novo lo leyó con una gran avidez. Octavio
Paz dijo alguna vez que Novo era un joven que tenía la voluntad de ser moderno,
casi una voluntad schopenhaueriana, Novo lee a Freud como parte de su anhelo
por ser moderno, por estar en contacto con las tendencias de la filosofía y del
pensamiento más rompedoras y de vanguardia en el mundo.
DRB: Conozco el caso de Gregorio Lemercier por la obra de teatro de Vicente
Leñero, Pueblo rechazado. Pero no consigo explicarme qué buscaba realmente
Lemercier.
RG: Lemercier fue muy criticado en su momento tanto por la jerarquía de la
Iglesia Católica, como por el mundo cultural e intelectual mexicano. Parecía un
disparate ese experimento: unir religión y psicoanálisis; pero es parte de un
movimiento que se ve en los años sesenta y setenta, un movimiento utópico que
trata de encontrar una síntesis entre el pensamiento de Freud y Marx. Marx
sirve para pensar el contexto social, la historia, la política; y Freud sirve
para pensar la vida interior, las emociones, los impulsos y el inconsciente. El
gran anhelo es unir a estos dos intelectuales para tener una visión que fuera a
un tiempo histórica pero que también tomara en cuenta el inconsciente. Eso es
lo que trató de hacer Lemercier, su monasterio tenía una misión social, ellos
trabajaban con la gente más pobre de México, lo monjes usaban un hábito que era
copia del uniforme de los barrenderos de la Ciudad de México. Esa visión social
era clara y cuando trata de incorporar el psicoanálisis para tener un
entendimiento moderno de lo que es el inconsciente, las pulsiones, la represión,
se convirtió en un movimiento moderno y utópico y eso fue malentendido por sus
críticos.
DRB: ¿En México se sigue leyendo con la misma intensidad a Proust y a
Freud?
RG: Yo creo que más bien deberíamos leerlos con esa intensidad, son dos
pensadores que nos pueden dar muchas herramientas para entender el mundo en que
vivimos y para entendernos a nosotros mismos.
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