El pene es
un órgano que, como atestiguan totems, obeliscos, torres y dólmenes dispersos
por el mundo, se transformó en muchas culturas en un objeto digno de adoración.
El pene en
la historia, antes del Cristianismo
En esos
tiempos el falo o pene, era ícono de creatividad, entre lo sacro y lo profano,
como una fuerza de la naturaleza. Una de las pruebas más antiguas de esta
concepción, la han encontrado los arqueólogos en la ciudad de Eridu, al sur del
actual Iraq: tablas con inscripciones cuneiformes de más de 5.000 años. El pene
era símbolo, tanto de naturaleza irracional, como de inteligencia divina. La
fuerza creadora del dios Enki es identificada con su órgano viril.
Los egipcios
compartían esta idea del falo como “dador de vida”: Atum genera la vida
masturbándose. Una vez al año el soberano de Egipto rendía homenaje a Min, dios
de la procreación, representado siempre de pie y con el pene erecto.
En Grecia la
admiración por las formas masculinas era representada por las kouroi, estatuas
de jóvenes desnudos. Como explica David Friedman, en su libro "Historia
cultural del pene", “el hombre griego veía en el pene la medida de
aproximación al poder divino”. Para ser perfecto, debía ser pequeño y delicado;
lo cual explica porqué los esclavos eran representados con enormes genitales.
Para los
romanos, el pene era símbolo de fuerza, a tal punto que, algunos creen que el
foro de Augusto, fue proyectado en modo de parecérsele.
La
impotencia desde la antigüedad hasta nuestros días
Desde la
antigüedad los hombres han sufrido de impotencia. Un papiro egipcio del año
1700 a.C. aconseja aplicar sobre el pene una mezcla de acacia y miel. Los
médicos asirios y babilonios prescribían una dieta a base de grillos y
coleópteros desecados.
Hoy existe
el Viagra, pero cuando los fármacos no bastan, se recurre a la prótesis; siendo
la hidráulica la más sofisticada. Dentro del cuerpo cavernoso del pene, se
colocan dos cilindros capaces de llenarse de líquido. Éste viaja a través de
los cilindros hasta un pequeño tanque colocado entre el pubis y la vejiga que
permite, a través de un dispositivo de control colocado en el escroto,
reproducir una erección. El hombre puede activar o desactivar la válvula cuando
lo necesite. La prótesis tiene un funcionamiento tan “natural” que estudios han
demostrado que mujeres que desconocían la presencia de ella, no se han dado
cuenta de su existencia.
El órgano
sexual masculino como barómetro de la salud
La adoración
del pene no está sólo ligada a la función reproductora. En la fisiología humana
no hay ningún órgano que sufra una transformación extraordinaria, como la que,
en pocos segundos, alcanza el pene. Según el andrólogo Edoardo Pescatori “si
quisiéramos inflar una pelotita, necesitaríamos una presión muy alta, de casi
300 mm de mercurio; pero la arquitectura del pene permite que con sólo una
presión de 60-70 mm, aumente de tamaño”. Además, es el único órgano que puede
pasar, en pocos segundos y sin efectos colaterales, de una presión venosa 0, a
una de 120, producida por el corazón. El esfuerzo requiere una eficiencia tal,
que un déficit eréctil puede anticipar en 5-10 años la aparición de problemas
cardíacos.
Tamaño y
rigidez del pene
Muchas
veces, la atención se concentra sobre las dimensiones, perdiendo de vista la
rigidez. Para obtenerla es fundamental la relación largo-circunferencia: un
pene demasiado largo no alcanza una máxima rigidez, porque necesita una presión
excesiva, que a veces el organismo no puede proveer.
Como órgano
reproductor, sí es importante el largo, ya que cuanto más largo es, más
posibilidades de procreación hay; el semen puede ser depositado más en
profundidad, cerca del útero.
El pene es
la obsesión del hombre más desde el punto de vista físico que psicológico. En
la mujer, la identidad femenina está confirmada por su ciclo vital:
menstruación y menopausia; en cambio el hombre, no cuenta con esta
identificación natural y siente la exigencia de reafirmar constantemente su masculinidad,
focalizándose en las dimensiones del órgano sexual.
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