Powered By Blogger

viernes, 24 de mayo de 2013

Un puto políticamente incorrecto




Wenceslao Bruciaga.
Enehache.com


Para mí es importante subrayarlo, con la misma obstinación con la que muchos homosexuales (varios ya instalados en los temibles 40) insisten en hacer de Jeans (aquella extinta girl band coreográfica integrada por bobaliconas chicas que en sus buenos tiempos parecían ser alumnas simplonas de una secundaria religiosa, y hoy día son todas una señoras, esposas aburridas de panistas con cara de impericia nerd) un icono gay; es increíblemente anacrónico percatarse que en 2013, en un típico antro de la Zona Rosa con una bandera de arcoiris, tarde o temprano se escuchen los diabéticos coros de “Y dime que me amas”… Pues bien, regresando al principio y como decía, para mí es importante subrayarlo: soy puto y no, no lo voy al América.

Y cada vez que lo subrayo, veo cómo los compañeros del GESSAC —Género, Ética y Salud Sexual— afincados en Monterrey, salen a escribirme, mejor dicho, corregirme sobre la forma en que expreso mis comentarios, obviamente escritos desde el humor. Me señalan cosas más o menos así: “Otra vez con tu lenguaje discriminatorio; se dice homosexual”. Aseguran que no soy cualquier gay: “Tienes la responsabilidad que te da el escribir en un medio masivo de comunicación”, y agregan que ostento la posibilidad de “disminuir y erradicar la homofobia, lesbofobia, transfobia y sexofobia o de reforzarla ¡Tú decide!”. Honestamente, decidir entre tantas fobias me da cansancio; prefiero ver porno. Y la verdad no estoy muy convencido que una simple editorial tenga como propósito erradicar fobias o evangelizar sobre cómo se debe tratar a la comunidad.

Los de GESSAC no son los primeros. De vez en cuando me topo con gente, mayormente autodenominados como activistas, que intentan convencerme que todo aquel lenguaje que se desmarque de lo políticamente correcto es no sólo discriminatorio, sino capaz de generar odio. Y lo más retorcido es que me increpan a partir de mis propios auto-adjetivos, cuando me refiero a mí mismo como puto, o puñal. Siento como si estuvieran tratando de quitarme una navaja de las venas.

Además, en estos temas siempre me pone un poco histérico el hecho de que estemos muy al pendiente de cómo nos ofenden allende las fronteras bugas, mientras entre nosotros nos descalificamos con términos que, comparados con puto, terminan siendo una dulzura. Sólo hay que darse un tour en el Manhunt.

Recuerdo que Wittgenstein en sus Investigaciones filosóficas criticaba el concepto del lenguaje privado, cuestionándolo a partir de su reflexión en la que “seguir una regla no es siempre darle una interpretación”. Cuando escucho una y otra y otra vez indignaciones por la palabra puto o similares, pienso en que parecería que hay una hipocondría por el lenguaje políticamente correcto, como si al establecerse reglas lingüísticas se curasen todos los males que nos aquejan como… gays.

No hay comentarios:

Publicar un comentario